Como ya es costumbre, los jóvenes de ambos sexos llevaban la cruz grabada con la frase: Jesús nuestra esperanza. Los hombres cargaban la imagen del Cristo yacente y las mujeres la de la Virgen Dolorosa.
La procesión se detuvo en cuatro ocasiones para orar por la Iglesia, el Papa, los Obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, los catecúmenos y todos los bautizados. También se pidió por los cristianos de las distintas denominaciones, por los judíos, los creyentes no cristianos y por los ateos. Presentes en la oración también estuvieron los gobernantes y todos los que sufren.
Al llegar a la parroquia de La Pastora, en cuyo atrio terminó la procesión, Mons. Arturo González Amador, que allí esperaba, impartió la bendición con la reliquia de la Santa Cruz.